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En El arte de la fuga, nos encontramos con múltiples variaciones memorialísticas realizadas por el “personaje” Sergio Pitol, con él asistimos lo mismo a una sesión de hipnosis que a sus estancias en diversos países del mundo donde vivió, sus lecturas y sus viajes, las anécdotas vividas con sus familiares y amigos, sus soledades y sus encierros tratando de concluir alguna de las muchas traducciones que realizó; pero, al mismo tiempo, por medio de sus recuerdos, reflexiones y vacilaciones, nos encontramos con un ser en perpetua fuga, es decir, un ser enmascarado que intenta explicarse –desde la escritura- el complejo vaivén que es la vida del ser humano. Al conjuntar memoria y fantasía, Pitol se va revelando como alguien para quien la literatura no es simplemente el artificio creador de historias, sino su más profundo encuentro con el mundo.