El capitalismo es un modo de producción particular: necesita crecer. Solo es estable si hay crecimiento, aunque ese crecimiento sea, como evidentemente es, desordenado. Además, el resultado de ese crecimiento no es distribuido entre toda la sociedad de forma proporcional, sino que es capturado en su mayor parte por los capitalistas, aunque estos deben hacer frente a un problema fundamental: el crecimiento genera un excedente de producción, que debe ser consumido para salvaguardar la tasa de beneficio. De ahí se deriva una ley fundamental del sistema capitalista: la tendencia a la expansión territorial, antaño mediante la invasión y colonización de países, hoy mediante mecanismos más sutiles.