Sin carburante, los automóviles se paran. Cualquiera lo sabe, hasta un niño. Pero, ¿os habéis preguntado cómo sería nuestra vida sin materias primas? Pues, ¡se acabaría bastante rápido ir en coche! Tomemos como ejemplo el cobre: en un automóvil normal encontramos… ¡un kilómetro y medio de cable de cobre! Y un montón de otras materias primas que vamos a buscar a África. Vemos Cazadores de materias primas como una pieza que debe figurar de forma indispensable en su dossier personal: “¿Puedo hacer algo contra el hambre, contra la pobreza, por la solidaridad?” Es una pieza que da sentido a las investigaciones y a la cólera de Jean Ziegler respecto al hambre en el mundo, a sus causas y a la responsabilidad de las multinacionales. El libro de Raf Custers nos demuestra que no. Este periodista e investigador –de un tipo peculiar– recorre el mundo y nos presta su mirada para ver todo aquello que pretenden ocultarnos. La lección de Cazadores de materias primas es límpida y útil: mientras los países del Sur sigan siendo débiles y dependientes, mientras no puedan decidir por ellos mismos, las riquezas de África no dejarán de salir por sus “venas abiertas”. Un llamamiento a nuestra responsabilidad… ¿Seguimos como hasta ahora? ¿En el Norte desperdiciando y en el Sur muriendo de hambre? ¿Dejamos que las transnacionales hagan lo que quieran? ¿Esperamos hasta que llegue la explosión general? ¿O bien nos sentamos, escuchamos los testimonios y los análisis y decidimos juntos el Sur y el Norte sobre cómo cambiar los mecanismos asesinos, acabar con el hambre y la pobreza y construir un mundo diferente?