Tras la gran depresión de 1929 y la guerra mundial, el nuevo modelo europeo de sociedad desarrollado en los años de posguerra se convirtió en una referencia para los partidos surgidos del movimiento obrero. Pero con la crisis de los años setenta comenzó una era de hegemonía conservadora cuya apuesta por la desregulación de la economía ha llevado a la actual gran recesión. Podría pensarse entonces que tras la crisis de 28-29 habría sonado de nuevo la hora de la Socialdemocracia. Aunque no se tratara de volver al modelo de posguerra, sería posible adaptarlo a las nuevas circunstancias creadas por la globalización y sus ventajas deberían ser evidentes para una mayoría de los ciudadanos, sobre todo de los que se han visto defraudados y seriamente perjudicados por la recesión. Pero la Unión Europea ha entrado en una dinámica ortodoxa de búsqueda a cualquier precio de la consolidación fiscal y no solo es ahora el punto más débil de la economía global, sino que la Eurozona se ha convertido —bajo las reglas de la austeridad— en una trampa de la que los partidos socialdemócratas no pueden salir sin una estrategia para cambiar las instituciones y las reglas de juego en Europa