En Harold Bloom acertó al decir que la obra de Jane Austen trasciende épocas y modos de representación, pues técnicamente no requiere mediación alguna: podemos relacionarnos con sus historias e identificarnos con sus personajes sin conocer las coordenadas sociales, históricas o culturales en las que están insertos. Las intrigas amorosas y los dilemas morales planteados en la obra de esta autora son accesibles y resultan atractivas para las generaciones actuales, al grado de que algunos de sus relatos han sido llevados al cine o a la televisión, y gozan de cierta popularidad, incluso son referentes culturales. Es el caso de Mansfiel Park, escrita por Austen a los 31 años, obra a la que se considera un trabajo de madurez, tomando en cuenta que la mayoría de sus novelas fueron desarrolladas entre los 14 y los 22 años. En este relato, si bien prevalece el humor, es menos alegre y mucho más agudo que en otras de sus obras. Los dilemas morales y las adversidades enfrentadas por la protagonista, Fanny Price, son observados con menor ligereza, el panorama para ella es mucho más desolador y se interioriza e intensifica su sufrimiento. De ahí que Mansfield Park resulte un relato sombrío y, por momentos, excesivamente moralista. La autora elabora esencias virtuosas o viciosas en los personajes, y los conflictos, en apariencia simples, representan en un sentido último los embates del mal y sus tentaciones, la vulnerabilidad del bien y también su fuerza.