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Bajo la mirada cómplice de la luna, «las damas de la noche» abandonan sus fríos sepulcros, sus estériles aposentos en la nada, y su cuerpo incorrupto, mortalmente bello y subyugante, se yergue en la Vida y se instala de nuevo en la naturaleza... «La mujer vampiro» subsiste gracias a la fuerza de los que todavía no han muerto, una fuerza que absorbe a través de su sangre, porque la sangre es vida. Debe succionar el aliento de aquellos que viven, o no podrá respirar. Debe beber su sangre, o morirá de hambre... Vaga en la noche alimentándose incesantemente de los vivos, reclutando nuevos miembros con que engrosar las horrendas filas de su estirpe maldita...