El 1 de junio de 131, en París, las llamas de una hoguera de la Inquisición consumieron el cuerpo vivo de una mujer de la que poco se sabe: Margarita Porete, una beguina de la región de Hainaut que había escrito un libro, El espejo de las almas simples, y que fue la causa de su condena. A pesar de ello, y tras su muerte, este libro tuvo tan enorme difusión que, en los últimos siglos de la Edad Media, traspasó fronteras geográficas y lingüísticas como pocos textos de su época, traduciéndose del francés (o del probable original picardo) al latín, al inglés y al italiano. Escrito con forma de un diálogo entre personificaciones alegóricas, y en el marco de las formas de expresión de la literatura cortés, El espejo de las almas simples es una obra de teología que enraíza en las corrientes de la llamada «mística femenina» del siglo XIII y cuyos contenidos se vinculan estrechamente al pensamiento del maestro Eckhart, quien casi con seguridad lo conoció y leyó. El libro, caído tras el siglo XVI en el olvido, fue redescubierto, y con él su autora, en pleno siglo XX. Desde entonces se reconoce en esta obra uno de los grandes hitos de la literatura mística occidental.