En esta obra de referencia, convertida ya en clásica, la profesora Marija Gimbutas reunió las fuentes arqueológicas que le permitieron hablar de una cultura matrifocal y probablemente matrilineal, agrícola y sedentaria, en la Vieja Europa (7-35 a. C.), en el área sudeste del continente, es decir, en la cultura pre-indoeuropea, en claro contraste con la cultura proto-indoeuropea, decididamente patriarcal, pastoral, nómada y guerrera, que se impuso en toda Europa en el transcurso de tres olas de infiltración desde la estepa rusa, entre los años 45 y 25 a. C. El estudio de las imágenes míticas, de sus signos y símbolos, muestra una persistencia del culto a la diosa, poniéndose de manifiesto la supremacía de aspectos tales como el poder de generar vida y el de la fertilidad.