«El crimen de lord Arthur Savile está con toda gracia más allá del Bien y del Mal. Se trata de la historia de un asesinato, pero el hecho se perpetra en un mundo que, por su misma frivolidad, no es menos real que el deliberadamente fantástico de Las mil y una noches […]. El tema de El fantasma de Canterville pertenece a la novela gótica, pero, afortunadamente para el lector, el tratamiento no lo es. En este divertido relato, los americanos no toman en serio al fantasma, y ni los lectores ni Wilde toman en serio a los americanos. El Príncipe Feliz, El ruiseñor y la rosa y El Gigante egoísta son cuentos de hadas, no concebidos a la manera genuina de Grimm, sino de un modo sentimental que recuerda a Hans Christian Andersen, pero imbuidos de esa ironía melancólica que es atributo peculiar de Oscar Wilde.»