Este libro se propone eliminar las barreras que la tradición académica ha construido lentamente, a lo largo del tiempo, entre dos actividades que en realidad son inseparables: la docencia y la investigación. Es en las aulas donde maestros y profesores llevan a cabo su función docente y educadora y donde afrontan grandes interrogantes, problemas y situaciones que precisan investigarse: las aulas son actualmente los laboratorios de investigación educativa. Por ello, en el perfil del profesorado deberían estar intrínsecamente enlazadas las habilidades investigadoras y las habilidades docentes que configuran al profesor-investigador. El libro plantea la urgente necesidad de aproximar la investigación educativa a la problemática real de las aulas y para ello propone que sea el mismo docente, como docente-investigador quien actúe a modo de puente que facilita el camino y acorta la distancia entre enseñar e investigar. A partir del pensamiento de Donald Schön, quien considera al docente como un investigador en contexto práctico, esta obra coral invita a avanzar en la consolidación de una nueva cultura docente basada en la indagación. El aula es el escenario donde surgen las grandes hipótesis y las tesis que precisan ser resueltas para mejorar los procesos de aprendizaje. El libro no plantea una ilusión utópica; propone y muestra cómo, desde la formación inicial, cualquier educador puede adquirir las habilidades necesarias para investigar su actividad docente, como medio de mejora permanente de la práctica profesional.