Interpretar es plantearse preguntas para atribuirle significado a los acontecimientos. Es un procedimiento intelectual que comporta autocontrol y consciencia respecto a nuestros propios puntos de vista. El acto de comprender está siempre contextualizado. Se puede comprender sin interpretar; es decir, sin atribución de sentido. No se puede interpretar sin comprender. Este texto examina el desarrollo de la hermenéutica y considera sus posibles aplicaciones en el campo educativo. Toma sobre todo como referencia la figura y la obra de Gadamer, para quien “la forma propia del diálogo” reside en la capacidad de plantearse distintos horizontes sin la íntima o palpable voluntad de imponer a los demás el propio punto de vista. La idea metodológica es que aprendemos a interpretar cultivando la escucha, promoviendo en la escuela un clima de debate intersubjetivo, ejercitándonos en interacciones verbales orientadas a un determinado fin y en análisis textuales cada vez más complejos. Es más: estos hábitos de relación y comunicación entre interlocutores reales y simbólicos pueden y deben iniciarse desde preescolar. El texto presenta ejemplos fruto de la experimentación que confirman que las hipótesis pueden ponerse en práctica.