El Gobierno de Evo Morales y el Movimiento Al Socialismo en Bolivia son herederos directos de un ciclo de insurrecciones indias y populares contra el programa de reformas neoliberales iniciado a mediados de la década de 198, que se convirtió en un verdadero “asalto” a un Estado racista y oligárquico a comienzos del siglo XXI. El momento actual, sin embargo, es el de la transformación, desde el poder político, de aquella estructura heredada, excluyente y sometida a tutelas internas y externas, para ponerla al servicio de las principales necesidades y demandas de las mayorías sociales tradicionalmente subordinadas y empobrecidas. Este segundo momento, menos analizado, es el del avance en una perspectiva transicional descolonial, democrática y popular, que debe lidiar con los desafíos de una construcción estatal históricamente fallida y excluyente, y con la resistencia de los núcleos conservadores del poder económico que tradicionalmente han colonizado y subordinado al Estado. El reto del momento es el de sedimentar en instituciones comunes la nueva correlación de fuerzas signada por el liderazgo de los pueblos indígenas y las clases subalternas.