Un hermoso poemario en donde las palabras y las ilustraciones juegan con las formas y el sentido, conduciéndonos por divertidas imágenes como las de “el rino será ceronte”, “la bici sigue la cleta”, junto “al grillo que canta a la luna” y “el soldadito de plomo que mira la tv”. Como lo llamaría Eugenio Montejo, prologuista de este libro, todo un “juguete verbal”.