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En el Chile de principios del siglo XX, el abuelo de Rosina regresa de un largo viaje con algo extraordinario: una vitrola y unos discos negros de donde emerge música. Éste anuncia que hará su propia fábrica de discos, a la cual Rosina tendrá prohibido entrar. Pero desde el almendro del patio ella observa todo, incluso al gran tenor Borgioli que ha venido a grabar un disco.