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Con ocasión del primer aniversario del asesinato de Ignacio Ellacuría, el 16 de noviembre de 1989, junto a otras siete personas en la Universidad Centroamericana (UCA), como homilía de recuerdo, Jon Sobrino le escribe una carta que «obviamente, no esperaba respuesta y no podía ser el comienzo de una correspondencia». Escrita como tradición repetida año tras año, cada nueva carta es leída por Sobrino en la capilla de la UCA durante la primera quincena de noviembre. En el decimoquinto aniversario del asesinato-martirio de Ellacuría, las quince cartas se reúnen ahora en un pequeño volumen.
«Escribo sobre la persona de Ellacuría», dice Sobrino, «como ser humano y cristiano, y sobre lo que a mí me impactó de él, empezando por lo más `escondido´: su fe en Dios, el impacto que le causó Jesús, el caminar humildemente en la historia, y también las realidades más visibles que a él le impactaron: la Iglesia de los pobres, la civilización de la pobreza, monseñor Romero, los mártires [...] el problema radical de la lucha de la justicia contra la injusticia, de la verdad contra la mentira, de la liberación contra la opresión, de la vida contra la muerte. Esto puede parecer muy sencillo, pero creo que iluminó la dirección fundamental que debía tomar la inteligencia y la praxis. En cualquier caso, pertenece a la herencia más auténtica de Ignacio Ellacuría. Y pienso que sigue siendo muy necesario».