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Mantener la memoria abre el debate sobre cómo una sociedad debe encarar el problema de las víctimas y su reconciliación. Mediante el uso de argumentos filosóficos, muchos de ellos de la mano de Walter Benjamin, presenta el ejemplo paradigmático de la experiencia judía -desde el Israel bíblico hasta el Holocausto- como muestra del imperativo de recordar y hacer memoria, para así extrapolar su discurso a la experiencia humana en general.
Nunca antes se había cultivado tanto la historia y la memoria de los pueblos. Sin embargo, puede que ello no sea más que una fugaz apariencia y esconda un superficial deseo de curiosidad. La musealización de los recuerdos, el carácter momentáneo de las nuevas tecnologías y la idea social de vivir solo el presente dan prueba evidente de que somos una sociedad sin memoria, condenada a repetir los errores del pasado y carente de un sistema efectivo para el tratamiento de los derechos de las víctimas.
Mantener la memoria sigue la pista de la reconciliación histórica del pueblo judío, el cual ha sufrido constantes traumas que lo han escindido. De esta forma, este ejemplo sirve como punto de partida para entender que el tratamiento de la memoria sirve no solo para aprender del pasado y sus conflictos, sino para que sea reconocida su dimensión de culpa y la necesidad de un perdón.