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El Evangelio de Tomás, cuyo texto ha permanecido perdido durante dieciséis siglos, ofrece una visión de las enseñanzas de Jesús distinta de cualquier otra. Después de un repaso general a la historia del análisis erudito del texto, dicho a dicho, Heisig atrae al lector a la tesis central del libro: ser discípulo de Jesús significa despertar al reino del “no nacido” en uno mismo y, al hacerlo, uno se convierte en su gemelo. El lector contemporáneo identifica con facilidad los vínculos del texto con algunas de las enseñanzas fundamentales de la tradición budista. Heisig sugiere que, como texto sagrado, El Evangelio de Tomás tiene la capacidad no sólo de alumbrar el camino hacia el budismo a los cristianos, sino también de potenciar la recuperación de la tradición mística cristiana como puente entre caminos religiosos.