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El texto se basa en la convicción de que el discurso del enseñante será formativo solamente en el caso en que el alumno, a medida que reciba los mensajes magistrales, los reconstruya y los integre, a través de una actividad, en sus propias estructuras y necesidades mentales. Es un dialogo profundo que comporta participación e interacción. En este punto con dos centros de iniciativas, donde cada uno (profesor y alumno) es interlocutor del otro, la síntesis pedagógica no puede realizarse más que en la interacción de sus actividades orientadas hacia una meta común, que para uno es el aprendizaje y para el otro la enseñanza dirigida hacia este aprendizaje. Se establece así una dialéctica entre el que ensena y el que aprende.