PLANETA DE LA CAJITA DE MUSICA EL

Un día, de repente, Tamori me llamó por teléfono y me dijo: «Se me ha ocurrido el principio de una historia». «¡Es una idea fenomenal!», exclamé a través del auricular, al mismo tiempo que pensaba: «Aceptarla es muy fácil, pero ¿sabré transformar una idea tan fabulosa en una historia?». El planeta de la cajita de música empezó con esta mezcla de entusiasmo e inquietud. Para escribir el cuento tenía que enfrentarme a temas tan complejos como la religión, las guerras o la evolución de la vida. No podía utilizar un tono moralista, sino que debía explicarlo de forma fácil y comprensible y, además, con un final feliz. Mientras pensaba, pasaron unos cuantos años durante los cuales escribí la novela Good commercial y el cuento ilustrado Zip & Candy. Mientras trabajaba, empecé a albergar la descabellada y errónea idea de exportar mis obras al extranjero, y ahí es donde topé con un muro cultural y lingüístico (dicho así suena más bonito, pero lo que ocurrió es que no recibí ni una sola oferta del extranjero. El muro estaba roto antes de que chocara con él. Fui un idiota). En realidad, nos cuesta mucho entendernos con los países vecinos, empezando por los políticos, que siempre acaban complicando las cosas.  Pero, ¿por qué? Cuando yo era pequeño, escuchaba canciones extranjeras sin entender la letra y, a pesar de todo, me encantaba la música de los Beatles. «Claro, ¡la música!». Así fue como decidí que mi cuento terminaría con música, el único lenguaje que traspasa fronteras y barreras culturales. La música tiene el papel de entretener y hacernos olvidar, aunque sólo sea por un instante, la realidad a la que nos enfrentamos. Además, mi profesión me ha permitido presenciar en más de una ocasión cómo se reducían las distancias entre personas que compartían ese instante. Algunas partes de este cuento se describen mediante la magia. Han aparecido varios medios mágicos para comunicarnos con el resto del mundo. La gran escalera roja que se eleva hacia el cielo ya está construida a nuestro alrededor. Es posible que las historias que unen el mundo mediante la magia, como este cuento, ocurran de verdad en un futuro no muy lejano. Puede que en este preciso instante, en algún lugar del mundo haya algún iluso que, inspirado tras haber leído este cuento, se levante y diga: «Necesitamos un pequeño milagro».