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En Kreshev, un pacífico y diminuto shtetl situado a orillas del río San, en Ucrania, y bordeado por espesos bosques, la vida transcurrió siempre sin grandes sobresaltos. Sus habitantes, bajo la pesada carga de sus humildes oficios, «carecían de fuerzas e inclinación para cometer grandes pecados». Pero la llegada a ese remoto lugar de un rico negociante en maderas, al que acompañan su esposa enferma y su jovencísima hija, desencadenará, ante la mirada atónita del lector, una cadena de insólitos acontecimientos, guiados implacablemente por la mano de Satanás (cuya voz escuchamos de la primera a la última línea del libro). Tentación y pecado, fe y superstición, fantasía y realidad, inocencia y perversión, arrepentimiento y castigo se entremezclan en un crescendo imparable que conduce hasta un trágico final.